Cuando descubrí por primera vez que la cafeína estaba incluida en el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-5) en el apartado de Trastornos relacionados con sustancias
y trastornos adictivos, me sorprendí desde mi escepticismo. Como muchas personas, creía que la cafeína era un estimulante de uso diario, inofensivo. Nunca me cuestioné sus efectos secundarios, o su potencial dañino; simplemente formaba parte de mi rutina como psicólogo, educador y padre.

Sin embargo, al profundizar más en el tema, empecé a ver las evidencias científicas desde una nueva perspectiva. El DSM-5 reconoce el Trastorno por Consumo de Cafeína y la Abstinencia de Cafeína como condiciones legítimas. Esto demuestra cómo esta sustancia, tan normalizada en nuestra cultura, puede llevar a la dependencia, síntomas de abstinencia e incluso dificultades en el funcionamiento diario.

Algunos puntos clave:

  • La Abstinencia de Cafeína incluye síntomas como dolores de cabeza, fatiga, irritabilidad y dificultad para concentrarse. En algunos casos, estos síntomas pueden ser lo suficientemente graves como para afectar el funcionamiento en el trabajo o con relación a las relaciones personales.
  • El Trastorno por Consumo de Cafeína puede desarrollarse cuando las personas tienen dificultades para reducir el consumo de cafeína, a pesar ser conocedoras de las consecuencias negativas que este consumo conlleva: Deterioro de la cantidad o calidad del sueño, aumento de la ansiedad, los ataques de pánico, la irritabilidad, o problemas digestivos.
  • Aunque la cafeína no es intrínsecamente “mala”, su impacto varía considerablemente según factores como el metabolismo individual, la dosis y el contexto.

Como alguien que solía consumir cafeína a diario, este descubrimiento me llevó a reevaluar mis propios hábitos. No fue una transición rápida, ni fácil, pero alejarme de la cafeína me ha permitido recuperar el control de mi vida, al mejorar la cantidad y la calidad de mi sueño. También he notado una mejoría con relación a mi claridad mental, a la vez que siento que ha disminuido mi frustración y mi irritabilidad, ha mejorado mi paciencia y mi tolerancia al estrés, beneficios, estos, que no me daba cuenta de que había perdido.

La inclusión de la cafeína en el DSM-5 nos recuerda que incluso las sustancias socialmente aceptadas pueden tener un impacto significativo en nuestro bienestar. No se trata de demonizar la cafeína, sino de tomar decisiones informadas, valientes, arriesgadas, que reman a contracorriente, muchas veces, del sentir social.

¿Qué opinas? ¿Alguna vez has considerado reducir tu consumo de cafeína o has experimentado síntomas de abstinencia? Comencemos una conversación.

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